Participantes: 13
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Paco Ruiz, Luci, Carlos, Ana, Paco Zambrana,
David, Jerónimo, Tere, Lola V., Carmen, Rafa Rueda, Isabel y Fernando.
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Distancia recorrida:
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21 kilómetros
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Desnivel de subida acumulado:
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1.340 metros
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Altura mínima: 695 metros (Fábrica de la Luz de Canillas de
Albaida)
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Altura máxima: 1.824 metros (Cerro La Chapa II – El Puerto)
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Tipo de recorrido:
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Circular
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Mapa de la ruta
En este invierno raro que hemos empezado, cálido y sin agua desde hace tiempo, los durillos -Viburnum tinus- empiezan a florecer.
Pero nosotros, ausentes del tiempo navideño o tal vez por ello, huyendo de atestados centros comerciales y comidas pantagruélicas, nos disponemos a caminar, como cada sábado, solos con nosotros mismos, con las piedras que nos rodean, los pájaros y este Arroyo de la Cueva del Melero que nos canta, con la compañía del silencio, del frescor de la mañana y la tímida conversación del reencuentro.
Y al llegar a la Cueva del Melero, acompañados por los ladridos de los perros, siempre recordamos aquel día, lejano ya, en el que a la vuelta nos esperaba el dueño del cortijo para echarnos la bronca por haber cruzado el arroyo por sus tierras en dirección norte y haber dejado la angarilla abierta. Y a Manuel, siempre al quite, poniendo paz y concordia y dejando la disputa en una disculpa y una invitación a comer. Andamos escasos de margaritas y dátiles del Líbano.
En las cercanías del Cortijo del Chaparral, buscamos la vereda mutilada por un agrio carril cementado que han abierto hasta el cortijo, buscando la comodidad de los tiempos modernos: el 4x4 hasta la puerta. ¿Qué habríamos hecho cada uno de nosotros, dueños de cortijo y tierras?
El otoño no acaba de irse: los sauces muestran sus hojas amarillas. Mientras, a pocos kilómetros, baños de arena y agua en las playas, bajo un sol de verano. Y en cada rincón, villancicos y turrones, blandos y duros, cortos y largos.
Como la vida misma: el Pto. de Cómpeta. Unas veces, punto de inflexión. Otras, fin de una etapa. Hoy, un punto y seguido en la ascensión a nuevas metas.
Como si se tratara de huir de un mundo en destrucción, de una ola de mármol.
Juguetea la hembra de colirrojo tizón - Phoenicurus ochruros-, voleteando y saltando entre las piedras que bordean el carril de subida. Decide parar un momento y aprovecho la oportunidad.
El carril avanza por estas lomas de dolomías deforestadas, áridas y ventosas, frías.
Ante nosotros, los dos picos de Las Chapas o Cerro del Pozuelo, el que tiene el vértice, más bajo, y el que da a la zona del Puerto, con una desvencijada caseta metálica.
Las nubes de levante, como olas en el mar, bañan el Lucero, salpicando con su espuma etérea los valles que se abren al Temple.
Una parte del grupo decide ascender primero al vértice geodésico de La Chapa (1.818 m) y asomarse a los tajos de su cara sur, para flotar en un mar de nubes embravecido.
La otra parte decide coronar el Cerro de la Chapa II, el más alto, ocupado por una caseta metálica con pararrayos de desconocida utilidad
Y ya juntas las dos partes, el yin y el yan, foto de grupo, hemisferios cerebrales que dividen la imagen por la mitad.
Carlos, siempre presto a sacarnos los colores.
Adivina, adivinanza: En unos, juego infantil; en otros, más lejano, tabú.
Y en un cruce invertido de picos no hollados, unos a la caseta y otros...
p'abajo.
Campanita, campanera,
blanca por dentro,
verde por fuera.
Como review de un hotel de baja categoría, altivo y orgulloso, nos muestra su perfil.
Los objetos más sencillos, un vino, el canto de un pájaro... la memoria vive de recuerdos.
Wrong Turn
Y esto se acaba, más o menos, con mil metros de desnivel en línea curva hacia la luz, que siempre se propaga en línea recta.
Aunque parezca, no lo es.